Los seres humanos percibimos el mundo en base a nuestras emociones y actuamos en consecuencia a ellas, las emociones que experimentamos unas nos favorecen otras nos perjudican aún pueden llegar a atentar contra nuestra felicidad.
Ante la muerte de un ser querido es normal que aparezcan sentimientos de tristeza, vacío, miedo, dolor, angustia, enfado y de culpa.
Nos sentimos culpables por lo que hice y por lo que no hice, aun hasta por seguir viviendo.
Frecuentemente la culpa se sustenta en ideas irracionales como por ejemplo “si no lo superas no va a descansar el fallecido” “no lo hice y por esos no está hoy con nosotros”.
En muchos casos el doliente no expresa la culpa de forma clara, en momentos la esconde ya que puede estar sintiendo que tiene una responsabilidad en el suceso.
Nos quedamos congelados en el tiempo y nos sentimos terriblemente mal por acciones que en el pasado hicimos o dejamos de hacer, por asuntos que la mayoría de veces estaban fuera de nuestro control. Esto produce que busquemos autocastigo para expiar nuestros sentimientos de culpa, a veces incluso llega a manifestaciones físicas como debilitamiento de nuestro sistema inmune, debilidad, se desarrolla trastornos gastrointestinales, problemas cardiovasculares y trastornos de ansiedad.
Cuando esto ocurre aparecen frases como “si hubiera o si no hubiera hecho esto”, “si le hubiera llevado antes al médico”, “si hubiese actuado diferente”. Muchas veces los pensamientos pueden ser alimentados por familiares que nos dan más argumentos para sentirnos culpables con acusaciones verbales.
Un camino para doblegar la culpa en un mundo de perdidas es:
- Crecimiento es decir entender que cada pérdida es importante, es parte de la vida y no puedo evitarla en muchos casos debe pasar de una u otra forma. Nadie dijo que la muerte y la perdida fueran justas, pero es parte de la vida no es tu culpa mas bien busca crecer en medio de.
- Soltemos la culpa. Cuando comprendemos que no tenemos el control de la vida aun los casos traumáticos pasan a ser mas llevaderos. A todos nos gusta tener el control y cuando no lo tenemos nos sentimos culpables en especial las personas dominadoras o controladoras quienes vivieron una infancia sumida en el perfeccionaremos. El camino no es controlar nuestra vida, es permitir que Cristo tome el control de nuestra vida y vivir en la fe de él.
- Fortalecer nuestra fe. La culpa te debilita la fe nos permite confiar más en Dios y en su Palabra que ha de ser nuestro aliento en momentos de dolor y trauma; no somos autosuficiente
- Cambie la culpa por expectativas de vida diferentes permita que la palabra de Dios te direccione. Pablo lo dice en romanos 5:3 “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;” no podemos seguir viviendo en dolor podemos cambiarlo por un espíritu de superación. Ver también 2 Corintios 4:17 “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;”
- La culpa se supera tomando la perdida y la muerte con madures en la palabra de Dios. Entendiendo que cada momento difícil será usado como un instrumento para ser moldéanos en nuestro carácter.
- Permita que sea Dios quien te consuele en lugar de quedarte un apego al sentimiento de culpa entrega a Dios lo que siente. Vea lo que dice 1 corintios 1:3-11 Dios está involucrado en nuestra vida y llega a tiempo para sostenernos
- Cambie el comino de la culpa por uno de empatía y preocupación por el dolor de otros somos llamados a consolar a otros 1 tesalonicense 4:18 “Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”.
- En lugar de la queja y la culpa establezca nuevos valores en tu vida se consecuente a tu fe en Cristo.
El mejor de todos los pasos es aprender a pedir perdón a Dios solo el perdón superior de Dios nos puede ayudar a perdonarnos y perdonar a otros que nos causaron daño. El auto perdón es un antídoto contra toda culpa y castigo. En Cristo hay perdón para todos nuestro fallos y pecados hay que cambiar esos patrones que heredamos y establecer en nuestra vida un valor superior vasado en el perdón Divino.
Muchos crecieron en un mundo donde poco se habló del perdón, pero en medio de exigencias y perfeccionismos hay que morir a ese pasado y establecer el principio de Dios en nuestra vida que es su perder y amor infinito.
PALABRA ZOE PALABRA DE VIDA.
CARLOS RUIZ